EL ENFERMO IMAGINARIO -ME DUELE EL ALMA, PERO... DÓNDE HALLARLA? - (Julia Herrera)

Seguro que todos conocemos a alguien que siempre se queja de estar enfermo, y se lamenta de no ser diagnosticado clínicamente de todas las aparentes dolencias, sin embargo la enfermedad que él padece radica en su alma. Por ello, le llamaremos cariñosamente tal y como hizo Molière, el enfermo imaginario.

Es un enfermo emocional, sin perfil social determinado, puede formar parte de nuestro entorno familiar, social o profesional.

Su objetivo será, llamar la atención de su entorno, y utiliza para ello la herramienta del sufrimiento físico, lo que provocará inicialmente un estado de alarma de su entorno. Observará de forma obsesiva, los comportamientos de su cuerpo interno o externo, y siempre descubrirá diferentes molestias que le perturbaran. Su abrigo será despertar pena, tristeza, necesidad de cuidados, esperando recibir la atención que necesita. Este proceso interno del enfermo se creará por el poso de una frustración nacido en un pasado, del que mantiene una herida emocional sin sanar, que le generó un sentimiento de depresión que quedó oculto y no pudo superar. Sus arterias emocionales se estrangulan constantemente porque un día su alma se inundó de angustia. Un goteo de tristeza enquistará sus órganos a través del tiempo con diferentes dolencias que iran manifestándose, hasta que  quede impresa la enfermedad física, la que ansía.

Otra forma de alimentar y tejer la tela de araña de su enfermedad emocional llegará de la mano de los medios de comunicación. De ellos recogerá la información de nuevos virus o enfermedades que sabrá enlazar, cuyos síntomas descubrirá en sí mismo, en menos de veinticuatro horas.

El cansancio y el abandono llevarán al lecho terminal a nuestro enfermo emocional, que habrá vivido acompañado de nuestra involuntaria incomprensión. Su objetivo habrá quedado así satisfecho demostrando al mundo que su enfermedad era real, que no era un maniático o un obsesivo.
Cuando se es el compañero de un enfermo imaginario, el hecho de ignorar esos males que le bloquean, le conducen a tener comportamientos un tanto diferentes, no nos exime para que nuestra curiosidad se manifieste libremente, para que utilicemos la observación que nos permita averiguar y comprender sus: porque's?.

Quiero lanzar una invitación a los sufridos pacientes pasivos de nuestro querido enfermo imaginario denominado hipocondríaco: Plantéese por qué esa persona siempre necesita sentirse mal. La impotencia al no encontrar la solución, provoca en ocasiones el desprecio hacia el enfermo, y se ve obligado en más de una ocasión a escuchar: 
- Siempre estás con lo mismo. Ya te ha dicho el médico que no tienes nada, que todo es producto de tus nervios-

Recibe la respuesta como una falta de aprecio y buscará nuevos síntomas, que precisarán de nuevo la visita al galeno para que confirme una enfermedad.
Es bueno aprender a preguntarse, nosotros tenemos todas las respuestas. Nuestro querido Enfermo imaginario, sufre. El familiar sufre, pero quien tiene la información de su vida pasada, quien tiene el motiva de su zozobra, es el enfermo. Su acompañante puede, o no, saber toda la vida y circunstancias que envuelven ese corazón secretamente herido. Quizá no le dimos la importancia correcta a un sufrimiento, que para nosotros no es tal y para otro es profundo. Solo el enfermo, lo sabe, los secretos se guardan si es menester, sin duda siempre habrá un alguien a quien descubrirlos

Quejarnos tanto como el Enfermo imaginario, en lugar de ocuparnos en sondear sus dolores sin duda nos aportará información que utilizaremos quizá para que se estabilice su salud emocional.

Deberíamos reflexionar sobre ello y en lugar de quejarnos tanto como él, pues seguro que detrás de la obstinación enfermiza del enfermo, existe un algo o alguien, que un día clavó en su alma una espada de Damocles de la que no sabe cómo liberarse, impidiéndole alcanzar la serenidad al no poder reconstruir su mundo de protecciones. Cada vez que siente el pellizco de aquel sufrimiento, en su alma se dispara un dispositivo que le obliga a buscar la respuesta en su salud, cuando lo que subyace es un dolor del pasado, que ya tenía que haber cicatrizado. Así, la soledad, el abandono, el cansancio y el abatimiento se convertirán en los compañeros de viaje de su alma herida, por lo que empezará a pedir auxilio a aquellos que ignoran su sufrimiento.

Muchos han sido los debates alrededor de la conocida y consolidada frase El hombre y su circunstancia. Estas palabras guardan entre sí una complicada y profunda relación, que la falta de reflexión permite que queden en la oscuridad.

Determinadas vivencias pueden desencadenar en un momento crucial, importantes cambios en nuestra actitud, que incapacitan profundizar en la causa y sus consecuencias. Nuestra tendencia es, que el tiempo nos aporte la madurez necesaria para comprender, superar y evolucionar, pero no siempre es una tarea personal, en ocasiones se precisa de otra persona que nos ayude a objetivizar, a comprender, a dar la forma que nos permita enviar el mensaje correcto de nuestra alma al consciente. El remedio está en uno. 
De ahí la importancia para no convertirnos en nuestros propios verdugos. 

Es precioso que nuestro Enfermo imaginario, para sanar, decida cambiar sus pensamientos, sus actitudes, teniendo presente que necesita del tiempo adecuado, de un importante esfuerzo  para solucionar los motivos que le llevaron a convertirse, en el centro de atención de la vida de los demás, para sentirse valorado y recompensado. Pero, ¿por quién?

Cada vida es un mundo y cada persona un universo, el ser humano para evolucionar, 
precisa sentirse protegido por los puntales de su existencia, que estarán constituidos por quienes le aman, le protegen y le respetan, consolidando de esta manera los fundamentos de su ser y de su existencia.

2 comentarios:

  1. el enfermo imaginario tiene dolencias que no necesariamente son fisicas ni imginarias, duele el alma y no sabe por que. se pregunta busca indaga, va al terapeuta este le dice que la infancia que la adolescencia que un evento u otro son la causa pero el dolor sigue. y l opeor es que hay que ocultarlo, porque si no te miran cmo que esres loco pero el dolor esta ahi, todo el tiempo. basta con detenerse un momento para sentirlo. y duele. por que? no se. pero duele.

    ResponderEliminar
  2. Querido Anónimo, mi correo es:
    julia.herreradesalas@gmail.com

    Me gustaría que me escribieras, este escrito lo escribí porque mi padre sufrió, ese dolor.

    Espero tus letras.
    Un abrazo
    Julia'H

    ResponderEliminar