ARBATÁN... EL CUARTO REY Y MAGO


Leyendas del norte de Europa nos cuentan la historia del cuarto Rey Mago:
...Y brilló una estrella en el cielo, indicando dónde había nacido el Niño. Los Magos decidieron llevarle sus presentes, siguiendo el camino que la estrella marcaba. Melchor vino de Persia, Baltasar llegó de la India, Gaspar viajó desde Arabia y Artabán partió de Europa; oro, incienso, mirra y piedras preciosas, ofrendas para el hijo de Dios hecho hombre. El viaje era muy largo, habría que cruzar un solsticio y un equinoccio, más todos estarían allí para el gran acontecimiento.

Pero Artabán, que se impregnaba del sufrimiento de quien le pedía ayuda, llegó a Belén el día 28 de Diciembre. Había sido espectador de la muerte y la destrucción, que marcaron profundamente su corazón, y cedió que su fortuna y las joyas que llevaba como ofrenda, serían para quienes las necesitara. Así, su gran corazón le tuvo entretenido durante años en ayudar a los desamparados. Estuvo más de treinta años intentando reunirse con Jesús, pero cada vez que estuvo a punto de encontrarle, alguien se cruzaba en su camino precisando desesperadamente su ayuda, por lo que siempre, llegó tarde. Hasta que un día supo, que Jesús estaba siendo crucificado.

Artabán, ya enfermo y moribundo, llegó a los pies de la cruz comprendiendo que su esfuerzo había sido en vano, pero en su desesperación se sintió arropado por una cálida voz que le susurró al oído:

“Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, estuve enfermo y me curaste, me hicieron prisionero y me liberaste.”

Artabán, desconcertado, intentó recordar cuándo hizo todas esas cosas, y miró sus manos vacías, sin ofrendas... Parecía absurdo que después de tantos años intentando hallar a Jesús, ahora se encontraran para morir juntos. Artabán, desde el suelo, le miraba en la cruz y éste, con una voz que parecía un bálsamo para su alma le dijo:


“Creíste que todos tus esfuerzos y sacrificios fueron un obstáculo para llegar a mí, sin darte cuenta de que todo lo que hiciste, que a todos aquellos a quienes ayudaste…, me estabas ayudando a mí, por ello te digo:

Esta noche estarás conmigo, en el Paraíso...

Y en aquel momento Artabán, el Cuarto Rey Mago, se fundió con la estrella que había guiado a los tres Magos a Oriente, aquella con la que comenzó esta historia...”

5 de enero de 1.960

Queridos reyes Magos…

"Otra vez aquí, queridos reyes. Ya ha transcurrido todo un año en el que la impaciencia ha llenado mi universo de ilusiones. Ya llegáis… como siempre, durante la noche, y anunciando que ya llega la Noche Buena, la Noche Vieja y al fin y por fin, la noche en que… venís."
Sí, aquella noche había que irse pronto a la cama, lo de dormir era otro cosa, pero claro, era indispensable para que sus majestades descargaran de sus sacos los juguetes que traían. La esperada mañana nacía vigilada por un esplendoroso sol o por una triste lluvia que a veces se convertía en nieve, y por ello, en otro regalo maravilloso para nuestro litoral mediterráneo. Eso sí que era una sorpresa.
Gentil y dulce inocencia que en nuestros brazos dormía, presa del secuestro de nuestros padres. Grandes cómplices y comediantes, sino siempre, por lo menos en aquellos cortos siete días que duraba el peregrinar de tienda en tienda, en busca del regalo deseado, pero adaptado a sus bolsillos. Eran años difíciles, y satisfacer nuestro pequeño mundo de ilusiones representaba hacer milagros con aquellas pocas pesetas, transformadas en espléndidos juguetes que encenderían una llama de alegría en el corazón de aquellos niños -entre los que yo me contaba-y que esperábamos con ansiedad la mágica, por excelencia, noche de Reyes.


5 de Enero de 2.000

Sólo faltan unas horas para que sus Majestades los Magos de Oriente, lleguen de nuevo.

Así que… otra vez aquí, con la angustiada espera, deseando que llegue la mágica noche. Aunque ahora los deseos son diferentes, aunque aún se sigue pidiendo lo que está más de moda, también este año, y que como siempre... es el amor.
No sé cómo estarán de amor, en los almacenes de las fábricas de sus Majestades, pero esperemos que aunque el tema anda algo delicado, puedan satisfacer todas la peticiones. En cualquier caso y como el recuerdo siempre nos alimenta, de nuevo toma forma y vuela, en busca de nuestra infancia, donde la noche de reyes era la ilusión.
Nada es nuevo, todo es cíclico, porque la historia siempre se repite y la madrugada de Reyes de nuevo permite a los abuelos, convertirse entre bambalinas, en los cómplices de ese maravilloso acto mágico.
Mi eterno y nostálgico recuerdo a todos los anónimos Magos del mundo, a todos los papá y mamá, porque como dijo Jesús, siempre que os necesité, estuvisteis ahí...

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