LAS ADICCIONES Y LA FAMILIA SOCIAL- (Julia Herrera)


Cuando se oye la palabra adicción la lectura mental que se hace es la de una etiqueta donde está escrito: alcohol, drogas, tabaco… pero lo
que ocultamente se lee: es vicio. Tristemente no son estos, los únicos elementos que crean adicción, se tiende a despreciar que el hombre puede engancharse a diferentes fenómenos sociales como el juego, el teléfono, el ordenador, el etcétera es tan largo como disposiciones existen. Hay legalizadas diferentes dependencias, el juego, el tabaco, el alcohol…, que se consumen de forma
masiva. Al igual que diferentes delitos en los que la estrategia para que el robo sea un éxito, es a base de la intimidación física o moral hacia una víctima que en muchas ocasiones no se recuperará debido a las secuelas psicológicas que le queden de la agresión, que en demasiadas ocasiones se produce para costear la adicción.

Por diferentes motivos y en ocasiones, la familia se desestructura y uno de sus miembros, generalmente el más sensible, tiende a auto marginarse del núcleo primero con el silencio y después con la creciente falta de respeto. Los pilares emocionales de su entorno que son su mundo de protecciones ya se habrán resentido, y usará la falta de comunicación para huir físicamente de él. Para ello, buscará un grupo al que convertirá en su familia social que le aportará la seguridad que necesita y con la que establecerá diferentes vínculos. Se le aceptará y protegerá si consigue los diferentes desafíos que le impongan, y que le aportarán puntuales momentos de felicidad, aunque su equilibrio interior seguirá en detrimento. Compartirá diferentes roles con ese grupo, entre ellos podrá mantener sus adicciones pero también una desestructurada forma de vida con la consecuente pérdida de su familia natural y de su equilibrio interior. Su objetivo será conquistar en otro entorno sentimental aquella felicidad que considera perdida con su familia natural, una pérdida que sólo radica en su interior. Al enfermar su alma, perdió las fuerzas necesarias para enfrentarse a sus propios conflictos que radicaban en su propio mundo de afectos, y que por diferentes situaciones vio, como sucumbían a sus pies y, esa inseguridad, al convertirse en miedo provocó la huida. El miedo siempre incita a huir de la realidad.

Las drogas son una evasión de la realidad y hoy en día están al alcance de quien desee su consumo. El gran poder de la muerte, visita con demasiada frecuencia a los jóvenes. En estos casos la ignorancia como protagonista absoluta hace estragos y cuando se quiere poner remedio en ocasiones… el gran poder de "la dama", ya no lo permite. Es lastimoso que sólo se venda el eslogan de: lo importante es que te compres todo lo que se publicite para que no te sientas inferior en tu entorno social. Cuando lo importante es que cuanto más amor tengas de tu entorno social, más importante te sentirás. La sociedad desprecia a quien no entra en el rol de crearse una necesidad, no necesaria, como puede ser fumar tabaco o un porro. De todos es conocido lo efectos benéficos de la marihuana para ciertas dolencias, pero también se sabe que su consumo abusivo y unido al alcohol, es la puerta de entrada a otro tipo de drogas. La familia social de nuevo se convierte en protagonistas creando una nueva víctima mediante el engaño, así se establece, el vínculo.

Este tipo de consumo invitará al iniciado a que disfrute de nuevos estados mentales que le provocaran momentos de felicidad, a los que se aferrará o no dependiendo de sus necesidades emocionales. Si precisa un habitual consumo también precisará otro tipo de vida y entrará a formar parte de un entorno con otras necesidades adictivas posiblemente con drogas más fuertes. Pero el deseo de compartir y experimentar dentro de ese nuevo grupo social no le permitirán prestar atención a la información que le llega de su entorno de seguridades, de su familia natural, que le informará de los efectos negativos de cualquier substancia ya que los efectos secundarios para su cuerpo serán nocivos.

Tampoco asumirá las consecuencias que deriven de formar parte de un sector social en el que el ambicioso poder del dinero, no tiene escrúpulos ni respeto hacia la vida del adicto. Lo comprenderá más tarde cuando se sienta atrapado por la tela de araña de la adicción y si carece de recursos económicos para continuar se verá obligado a delinquir de diferentes maneras, pero sustraerá el dinero a la familia y después a la sociedad. Si no cubre sus deudas económicas será vejado y maltratado por ese entorno, entrando en contacto con su realidad interior y permitiendo posiblemente la ayuda de su familia natural para solucionar su drama emocional. En muchas ocasiones aún sabiendo que su familia le reclama para protegerle y darle los cuidados adecuados no los aceptará. El subconsciente le puede crear una alerta para que no acepte la protección de su familia, relacionándola con una realidad que vivió en el pasado. Posiblemente él creó erróneamente un código personal que le hizo creer que su familia le humilló emocionalmente y que de nuevo sucedería. Así que de nuevo, toma, la decisión de escapar convirtiéndose en la propia víctima de su degradación. Esto le sucederá en repetidas ocasiones mientras la enfermedad que le ha generado la adicción no le permitirá ver su más profunda realidad y eso será cuando algo o alguien le ayude a oír… el grito de su alma.

En muchas ocasiones la justicia le hará pagar sus deudas con la sociedad. Dependiendo de su estado emocional, el adicto podrá sentirse totalmente desamparado de su mundo de protecciones afectivas, en verse castigado viéndose privado de su libertad convenciéndose ocultamente de que lo mejor es poner fin a su existencia mediante el contagio de una enfermedad terminal.

No hay nada que sustituya al amor y al respeto. Al nacer los padres ofrecen al hijo una serie de valores que se unirán a sus jóvenes facetas personales constituyéndose así los fundamentes de su ser y quedando así formado su mundo de protecciones.

Vale la pena luchar por estos principios, para que la cadena de la evolución continúe y el ser humano aplique su valor natural para conseguir el éxito de su raza que sólo le aportará armonía y equilibrio en su ser interior.

Este escrito es una invitación a todos los jóvenes y padres que lean estas líneas, sólo la comunicación, la información y el amor harán crecer el vínculo familiar. El amor y el respeto no se pueden comprar, hay que enseñarlos… y sólo se aprende aquello que se puede ver y observar.

"Te invito a dar un paseo por el parque o por la playa, no sé quizá... en bicicleta?"

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