Bárbara Durchholz, tiene 82 años. Es una pintora que reside en nuestro país desde hace 62 años. Su última exposición en Tarragona se titula "Desde mi terraza" y he querido escribir este poema dedicado a ella y a su obra.
¡BÁRBARA ES BÁRBARA!
Era…, una joven mujer,
cuando traspasó la
frontera física
de la innata sobriedad, de su tierra natal.
Envuelta, cual paquete de ilusión,
vestía
alas como Campanilla,
para iniciar… ¡Una nueva vida!
Llegó a nuestro cálido Mare Nostrum,
a la llamada del amor, como Ulises,
hipnotizado,
por los cantos de sirena.
Su amor, se enamoró de aquellos profundos
ojos azules,
tan azules, como el Cielo, como el mar,
y ella respondió a la invitación,
subiendo en el velero en el que navegó, por
los mares de la ilusión,
y atracó en la hermosa Ciudad Condal.
Fue recibida, con alegría y afecto,
por los costeros mediterráneos.
Su alma que transportaba historias para
olvidar,
sintió acogida y sosiego…
El alma, sabe del buen yantar sentimental,
el único, que cura cicatrices que los ojos
físicos,
no pueden visualizar.
Así empezó a digerir las ofertas que su
nueva vida le ofrecía,
acontecimientos de los que el amor, era
protagonista.
Su esposo, sus hijos, y después… sus
nietos.
¡Bárbara creo una fabulosa familia en
Barcelona!
llena de amor y deseos de amar.
Su elegancia innata, invadía, todo lo que
emprendía.
Era una mujer bellísima, bien vestida, muy
educada, bien formada…
Un gran dama.
Pero, un día… decidió que el pincel y la
espátula,
sobre lienzo o papel convertidos en cama,
recibirían las ideas que Bárbara dibujaba.
Pasó muchos años en nuestra Ciudad Condal,
pero aquella vida,
concluyó,
y… de nuevo Don Destino,
se puso en marcha y Bárbara decidió,
cruzar otra frontera, ahora catalana, y de
nuevo su caja con lazo
descubrió, que la costa catalana tenía otro
horizonte,
La Tarraco Romana.
Como novia enamorada, en su nueva casa
encontró, grandes ventanales y…
¡una gran terraza!
Así que, guardó su pamela y estiletes, y
empezó a admirar
los amaneceres y ocasos que a diario…
reciben, sus ojos, en su hogar.
Un espectáculo ideal, al que Bárbara no se
resistió y de nuevo
con pincel y espátula sobre lienzo de
algodón
Bárbara pintó,
“Desde mi terraza”
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